Fibrilación ventricular: síntomas y reanimación

¿Qué es la fibrilación ventricular?

La fibrilación ventricular, o fibrilación ventricular para abreviar, es un trastorno del ritmo que se origina en las cámaras del corazón. Normalmente, las células musculares de las cámaras del corazón se contraen entre 60 y 80 veces por minuto. Durante este proceso, la sangre recogida en los ventrículos se bombea a la circulación sistémica mediante una contracción coordinada del músculo cardíaco, el latido del corazón. Entre latidos del corazón, los ventrículos se vuelven a llenar de sangre.

Sin embargo, debido a esta frecuencia tan rápida, en la fibrilación ventricular ya no se producen latidos cardíacos efectivos. Debido al gran número de excitaciones desordenadas, las células musculares ya no se contraen sincrónicamente. Por tanto, el corazón ya no bombea sangre a la circulación sistémica. En los afectados ya no se palpa el pulso. Esto conduce a un paro circulatorio. Por lo tanto, la fibrilación ventricular siempre pone en peligro la vida y provoca la muerte en cuestión de minutos si no se trata.

Los síntomas de la fibrilación ventricular son similares a los del paro cardíaco. La persona afectada pierde el conocimiento muy rápidamente, generalmente después de sólo diez a 15 segundos. Están pálidos, sus labios se vuelven azules y sus pupilas son anchas y fijas. Después de unos 30 a 60 segundos, la respiración se detiene. No se palpa el pulso. En ocasiones los afectados se han orinado o defecado.

¿Cuáles son las causas de la fibrilación ventricular?

  • Enfermedad coronaria (CHD), ataque cardíaco
  • Bolsa de las paredes del corazón (aneurisma de la pared del corazón después de un infarto de miocardio)
  • Insuficiencia cardíaca pronunciada
  • Inflamación del músculo cardíaco (miocarditis)
  • Defectos cardíacos congénitos
  • Embolia pulmonar
  • Accidente electrico
  • Medicamentos, drogas, intoxicaciones.
  • Deficiencia de oxígeno (asfixia, ahogamiento)
  • Desequilibrios minerales (por ejemplo, deficiencia de potasio)
  • Acumulación de líquido en el pericardio (derrame pericárdico)
  • Malformación congénita en el sistema de conducción del corazón.

Diagnóstico y examen.

Si la víctima está inconsciente y no se puede sentir el pulso, es fundamental y, en caso de duda, vital que los presentes inicien inmediatamente medidas de reanimación sin un diagnóstico y llamen al médico de urgencia.

Tratamiento

Si la fibrilación ventricular ocurre en ausencia de un médico o sin acceso a un desfibrilador, la primera acción de emergencia de los socorristas es la reanimación cardiopulmonar: primero, se aplican compresiones torácicas a un ritmo de 100 a 120 compresiones por minuto.

Cuanto antes se realice la desfibrilación, mayores serán las posibilidades de supervivencia de los afectados. A veces, sin embargo, es necesario repetir el procedimiento. En este caso, es importante continuar la reanimación cardiopulmonar entre descargas. Si la desfibrilación no tiene éxito, el médico de urgencias puede administrar ciertos fármacos, como la adrenalina.

Si existen afecciones subyacentes, como enfermedades cardíacas o desequilibrio electrolítico, es importante tratarlas también para reducir el riesgo de fibrilación ventricular recurrente.

Curso de la enfermedad y pronóstico.

Si la desfibrilación tuvo éxito, aún es posible que el cerebro y otros órganos hayan resultado dañados. Especialmente si las medidas de reanimación se realizan muy tarde, el riesgo de daño cerebral permanente es considerable.

La fibrilación ventricular siempre es fatal si no se trata. Por tanto, es importante que quienes estén presentes en caso de emergencia no duden en reanimar o desfibrilar al afectado. Las posibles lesiones que pueden producirse son insignificantes en comparación con el pronóstico de la fibrilación ventricular.