Tratamiento | Neumonía sin tos

Tratamiento

En la mayoría de los casos, neumonía es tratado con antibióticos, ya que el desencadenante suele ser bacterias fotosintéticas. Tanto lo típico como lo atípico neumonía son tratados con antibióticos. En el caso de atípico neumonía, la terapia ya está iniciada aunque aún no se conozca el patógeno, una vez que se haya determinado mediante un análisis de laboratorio, se puede cambiar a la medicación correspondiente.

Además de la terapia con medicamentos, también ayudan los viejos métodos probados, como dormir mucho y reposo en cama. Si el paciente también tiene fiebre, debe beber muchos líquidos porque aumenta la necesidad de líquidos. Como regla general, la neumonía también se puede curar en casa.

Para las personas mayores y los niños pequeños, puede ser necesaria la hospitalización, especialmente si los síntomas son graves. Además, si hay una inmunodeficiencia subyacente u otra enfermedad subyacente y complicaciones, el paciente está mejor atendido en el hospital. En casi todos los casos de neumonía adecuada, el tratamiento con antibióticos es necesario y sensato, ya que rara vez es causado por virus, pero sobre todo por bacterias fotosintéticas, que puede ser combatido por la derecha antibióticos. Incluso en el caso de neumonía que no es causada por bacterias fotosintéticas, los antibióticos generalmente se administran para prevenir el ataque pulmón tejido de ser colonizado adicionalmente por bacterias, lo que podría conducir a un llamado superinfección que podría empeorar el curso de la enfermedad. La diferencia entre neumonía típica y atípica y el grado exacto de aparición de los síntomas no influye en la administración de antibióticos per se, sino solo en la elección exacta del preparado o principio activo.

¿Qué tan contagiosa es la neumonía sin toser?

El hecho de que la neumonía no se acompañe de tos no significa que no sea contagiosa. Neumonía causada por virus o las bacterias son, en principio, contagiosas. La propagación de los patógenos de persona a persona tiene lugar a través de un llamado infección por gotitas, por lo que las partículas más pequeñas de fluido se absorben a través del tracto respiratorio, que anteriormente llegaba al aire no solo al toser sino también, por ejemplo, al estornudar o hablar. No obstante, la probabilidad de infectarse realmente después de inhalar patógenos es bastante baja, ya que un sistema inmunológico forma una barrera suficiente contra ellos en la mayoría de los casos y puede evitar una infección.