Pubertad: niños en el umbral de la edad adulta

Con la pubertad, no solo la barba comienza a crecer en los niños: incluso más importante que el físico es el cambio mental que eventualmente conduce al destete del hogar paterno. “Preguntas como '¿quién soy yo?' y '¿qué quiero en la vida?' pasan cada vez más a la palestra ”, dice Josef Zimmermann, psicólogo calificado y cabeza del Centro de Consejería para la Familia y la Educación Católica en Colonia. Él aconseja: “Por un lado, los padres deben defender sus puntos de vista y seguir estableciendo límites. Por otro lado, deben interesarse por el entorno de vida de los niños y mantener un lugar en él ofreciendo oportunidades para la convivencia. En el caso de los niños, los padres son particularmente solicitados ".

Pubertad = ¿época de crisis?

Para las niñas en Alemania, la pubertad comienza cuando tienen un poco más de diez años, y para los niños alrededor de los doce. Dura entre tres y cinco años. A menudo, la pubertad se denomina erróneamente un período de crisis, critica Zimmermann. Esto ignora el hecho de que el período entre la infancia y la edad adulta trae muchos desarrollos nuevos y positivos. Los niños se convierten en hombres que buscan sus propios caminos y se responsabilizan de sus actos.

“La pubertad es difícil porque el mundo infantil anterior se derrumba sin que los adolescentes ya hayan llegado al nuevo mundo adulto”, explica la psicóloga certificada.

Cambios físicos

En consecuencia, esta fase está asociada con la inseguridad para muchos adolescentes. Esto se ve intensificado por los cambios físicos provocados por las hormonas: además de los enormes brotes de crecimiento, también se desarrollan las características sexuales externas e internas.

Además, las voces de los niños comienzan a cambiar. Mientras las chicas tienen su primera menstruación durante la pubertad, los niños eyaculan por primera vez. Ambos sexos comienzan a interesarse por la sexualidad. Su glándulas sebáceas producen mucha grasa, lo que provoca granos florecer y nublar aún más su confianza en sí mismos.

No son visibles, pero de igual importancia, los cambios inducidos por hormonas en el cerebro de los adolescentes. “Estos permiten que los niños y las niñas piensen de manera abstracta”, explica Zimmermann. Como resultado, los jóvenes piensan más en la vida y en lo que quieren de ella.

“Por primera vez, los jóvenes se preguntan sobre el sentido de la vida”, sabe la psicóloga. En su búsqueda de respuestas, los adolescentes toman conciencia de su identidad y su idiosincrasia. Al mismo tiempo, cuestionan críticamente el comportamiento de sus padres y su entorno, lo que a menudo genera conflictos. Estos se intensifican por cambios de humor desencadenado por los cambios hormonales. Como resultado, los niños púberes a menudo reaccionan con sensibilidad a su entorno. “O se comportan de manera irritable o agresiva o tienden a retraerse”, dice Zimmermann.