Vacunación contra la escarlatina

Introducción

Escarlata fiebre es una enfermedad altamente contagiosa causada por una infección bacteriana con el llamado Grupo A Estreptococos, que conduce a fiebre amigdalitis, acompañado de una erupción característica en escarlatina. Escarlata fiebre es una de las enfermedades infecciosas que ocurren a menudo en la infancia. Dado que existe un alto riesgo de infección por transmisión de Saliva gotas, se han realizado investigaciones durante muchos años para desarrollar una vacuna que proporcione una protección adecuada contra la infección por el grupo A estreptococos que causan la enfermedad.

De acuerdo con las normas y directrices médicas actuales, aún no se ha aprobado ninguna vacuna para la prevención de la escarlatina. fiebre. Según los conocimientos actuales, escarlatina solo se puede prevenir con una higiene adecuada de las manos. También es importante evitar el contacto físico con personas infectadas.

¿Por qué no hay vacunación contra la escarlatina?

Durante muchas décadas, los investigadores más reconocidos de todo el mundo han intentado desarrollar una vacuna eficaz contra la escarlatina causando bacterias fotosintéticas. Desafortunadamente, todos los intentos hasta ahora han sido infructuosos, por lo que no se puede poner ninguna vacuna a disposición del mercado farmacéutico. Grupo A Estreptococos colonizar las membranas mucosas en el boca y la garganta y liberan ciertas toxinas, las llamadas toxinas, que luego conducen al brote de la infección.

En realidad, las toxinas liberadas son un buen punto de ataque para posibles vacunas. Sin embargo, el problema en el desarrollo de vacunas es que existen muchas cepas diferentes de estreptococos, cada una de las cuales produce diferentes toxinas. Después de una infección, el paciente es inmune si vuelve a entrar en contacto con la misma toxina y la enfermedad no se manifiesta.

Sin embargo, si se trata de una infección con una nueva cepa que produce una toxina que el cuerpo aún no conoce, puede causar una nueva infección. Dado que no se conocen todas las diferentes toxinas que pueden causar la escarlatina, es casi imposible producir una vacuna completa. Solo sería posible producir diferentes vacunas contra cepas individuales, pero esto sería demasiado costoso y no produciría el efecto deseado de una inmunización completa.