Publicidad en el cerebro: predominantemente inconsciente

Una breve excursión a lo humano cabeza: el cerebro de un adulto pesa entre 1,300 y 1,400 gramos. Sin embargo, tiene un estimado de 100 mil millones de células nerviosas, llamadas neuronas, cada una de las cuales tiene alrededor de 10,000 conexiones con otras neuronas. Esto asegura que el ser humano pueda enviar, recibir y reenviar señales sin parar. Cada segundo, recibimos once millones de bits o 1.4 megabytes de información a través de nuestros ojos, oídos, nariz, boca y piel - una cantidad enorme (un número de un solo dígito como 3 significa cinco bits).

Pero no procesamos conscientemente esta cantidad. Conscientemente, es solo entre 40 y 50 bits. Eso corresponde a un número de ocho dígitos, un número de teléfono, por ejemplo.

Y ahora a la publicidad: incluso si la publicidad, en imágenes, como texto o música, tiene un efecto en un ser humano cerebro, conscientemente sólo llegan unos 40 bits. Eso es muy poco. Sin embargo, poco menos de once millones de bits no desaparecen sin efecto.

El poder del cerebro

Christian Schreier y Dirk Held explican cómo y por qué esto es así en su libro "Cómo funciona la publicidad". La eficiencia es la palabra mágica. La cerebro funciona de manera eficiente cuando, por ejemplo, se hace un juicio en segundos sobre un extraño; los estereotipos y los prejuicios son estrategias de eficiencia.

Aquí hay un ejemplo: En un experimento del neurocientífico Christian Elger de Bonn, a un grupo de sujetos de prueba se le mostraron imágenes de productos de marcas conocidas. También vieron los precios de los productos, que a veces eran baratos y a veces demasiado caros. De vez en cuando, aparecía un letrero de descuento amarillo-rojo, pero no siempre para los artículos de bajo precio. Luego se pidió a los sujetos que indicaran si comprarían el artículo. El letrero de descuento mostró su efecto de compra, y la mayoría de los participantes tomaron los artículos de precio excesivo que se señalaron como económicos.

En otro experimento, los sujetos se sentaron en una habitación que contenía un cubo de limpieza lleno de un limpiador con aroma a cítricos, pero nadie notó el olor. En una prueba, este grupo tendió a hacer asociaciones de palabras pronunciadas con limpieza que no ocurrieron en un grupo de control que operaba sin un aroma cítrico. Además, el "grupo olfativo" abandonó la habitación de forma más ordenada.