Leishmaniasis: síntomas, terapia, pronóstico

Leishmaniasis: descripción

La leishmaniasis está particularmente extendida en las regiones tropicales y subtropicales. En este país la leishmaniasis es rara; Los casos que ocurren generalmente afectan a viajeros que regresan de países tropicales.

Como resultado del cambio climático, los vectores de los parásitos amantes del calor, los flebótomos, se están extendiendo cada vez más desde la región mediterránea a las regiones más septentrionales. Por ejemplo, la especie Phlebotomus mascitii ya se encuentra en algunas regiones de Alemania, Austria y Suiza.

La leishmaniasis en humanos puede afectar diferentes partes del cuerpo, como la piel o los órganos internos, según la forma de la enfermedad. En consecuencia, se distinguen tres formas principales de la enfermedad:

  • Leishmaniasis visceral: también llamada kala-azar (“enfermedad negra”). Aquí, la piel y los órganos internos pueden estar infestados por parásitos, como L. donovani (especie del "Viejo Mundo") o L. amazonensis (especie del "Nuevo Mundo").

Especialmente la leishmaniasis visceral es a menudo una infección concomitante de la infección por VIH.

Leishmaniasis: aparición

Las principales áreas de distribución de la leishmaniasis cutánea incluyen Oriente Medio, Asia Central y África (leishmaniasis cutánea del “Viejo Mundo”) y América Central y del Sur como Brasil (leishmaniasis cutánea del “Nuevo Mundo”).

La mayoría de los casos de leishmaniasis visceral se observan en Brasil, África oriental (p. ej., Kenia) y la India.

Leishmaniasis: síntomas

Los síntomas de la leishmaniasis en humanos pueden variar ampliamente, primero en términos de si es cutánea, mucocutánea o visceral.

Leishmaniasis cutánea

En la leishmaniasis cutánea se desarrollan lesiones cutáneas. Su aspecto en detalle depende principalmente de qué especie de Leishmania es responsable y de qué tan fuerte sea la defensa inmune del paciente.

La úlcera tiene un borde rojizo ligeramente elevado que encierra un "cráter", a menudo cubierto por una capa de costra. A veces, estas úlceras tienden a estar secas, como en la infección por Leishmania tropica. Por el contrario, L. major puede causar lesiones cutáneas húmedas (exudativas), aquellas que pierden líquido.

La infección por ciertas leishmanias (como L. mexicana y L. amazonensis) toma la forma de leishmaniasis cutánea difusa en algunos pacientes: debido a que el sistema inmunológico no “responde” a los patógenos (anergia), pueden propagarse fácilmente. Como resultado, se forman lesiones cutáneas nodulares pero no ulceradas en casi todo el cuerpo (excepto en las palmas de las manos, las plantas de los pies y el cuero cabelludo). Además, los pacientes se encuentran en mal estado general.

Leishmaniasis visceral (Kala-Azar)

La leishmaniasis visceral es la forma más peligrosa de la enfermedad y afecta, además de a la piel, al hígado, el bazo, la médula ósea y los ganglios linfáticos. La enfermedad puede ser subaguda (menos grave) o crónica.

Si no se trata, la leishmaniasis visceral suele ser mortal.

Los pacientes supervivientes pueden desarrollar leishmaniasis dérmica post-Kala Azar (PKDL) después de uno a tres años. Consiste en la aparición de manchas pálidas o rojizas en la cara o el cuerpo que se convierten en pápulas y nódulos. El aspecto suele recordar al de la lepra.

Leishmaniasis mucocutánea

El tejido afectado (mucosa, más tarde también cartílago y hueso) puede destruirse: esto suele comenzar en el tabique nasal y puede continuar con otras estructuras. La destrucción del tejido puede provocar, por ejemplo, que las personas afectadas ya no puedan tragar. Esto dificulta la alimentación, lo que puede provocar que el paciente pierda mucho peso (caquexia).

Leishmaniasis: Causas y factores de riesgo

La enfermedad infecciosa leishmaniasis es causada por parásitos del género Leishmania:

  • leishmaniasis visceral: por ejemplo, por L. donovani, L. infantum
  • Leishmaniasis mucocutánea: por ejemplo, por L. braziliensis, L. guyanensis, L. panamensis, L. peruviana

Estos organismos animales unicelulares (protozoos) pueden vivir no sólo en humanos sino también en animales. Así, los pequeños roedores y los animales domésticos, como los perros, también sirven como huéspedes de los parásitos. Los patógenos se introducen fácilmente en este país, por ejemplo, cuando se importan perros de la región mediterránea.

Leishmaniasis: infección

La enfermedad también puede transmitirse mediante transfusiones de sangre, médula ósea y trasplantes de órganos. Durante el embarazo, la leishmania puede transmitirse de madre a hijo.

El período de incubación

Leishmaniasis: exámenes y diagnóstico.

Si presenta algún síntoma sospechoso de la enfermedad, debe consultar a un especialista en dermatología, infectología o medicina tropical. El diagnóstico se basa en los síntomas, el historial médico (anamnesis) y la evidencia microbiológica de los parásitos.

Durante la entrevista de anamnesis, el médico puede hacerle las siguientes preguntas, por ejemplo:

  • ¿Has tenido fiebre? Si es así, ¿cómo se manifestó la fiebre?
  • ¿Sufre otras comorbilidades con defensas inmunitarias debilitadas, como la infección por VIH?

Incluso si sus viajes a regiones tropicales-subtropicales se realizaron hace mucho tiempo, debe informar a su médico.

Detección de leishmania

Las muestras de piel/membranas mucosas de áreas alteradas (leishmaniasis cutánea o mucocutánea) se pueden analizar para detectar leishmania en el laboratorio:

Si se sospecha leishmaniasis visceral, se pueden buscar muestras de sangre para detectar material genético de Leishmania mediante PCR. Otra opción es obtener una muestra de médula ósea y examinarla microscópicamente en busca de parásitos. A veces se toman muestras de tejido de otros órganos como el bazo.

Además, se pueden buscar anticuerpos contra Leishmania en la sangre.

Leishmaniasis: exámenes adicionales

En casos individuales, pueden ser útiles más exámenes.

Por ejemplo, los análisis de sangre pueden proporcionar información adicional. Por ejemplo, en la leishmaniasis visceral, el número de todas las células sanguíneas se reduce como resultado del daño a la médula ósea (pancitopenia).

Mediante ecografía (del bazo, del hígado, etc.), el médico puede evaluar el grado de infestación de órganos en la leishmaniasis visceral.

Leishmaniasis: tratamiento

El tratamiento de la leishmaniasis depende de varios factores. Estos incluyen la forma y gravedad de la enfermedad, la especie causante de Leishmania, cualquier enfermedad concomitante y cualquier embarazo existente.

Otra opción de terapia sistémica en determinados casos de leishmaniasis cutánea es la combinación de antimonio y otro agente como alopurinol o pentoxifilina.

La leishmaniasis mucocutánea siempre se trata de forma sistémica. Se pueden considerar agentes como los utilizados para algunas leishmaniasis cutáneas (p. ej., antimonio más pentoxifilina).

Leishmaniasis: evolución y pronóstico de la enfermedad.

La leishmaniasis cutánea del “Viejo Mundo” tiene buen pronóstico. En la mayoría de los casos, las lesiones cutáneas se curan en un plazo de dos a 15 meses o como máximo después de dos años, pero siempre dejando cicatrices.

La más peligrosa es la leishmaniasis visceral. Si no se trata, casi siempre provoca la muerte en un plazo de seis meses a dos años. Sin embargo, si el tratamiento se inicia a tiempo, el pronóstico es bueno. Sin embargo, hasta el 20 por ciento de los pacientes desarrollan leishmaniasis cutánea post-kala azar como complicación tardía.

En el caso de determinadas especies de Leishmania se aplica lo siguiente: quienes han superado la infección tienen inmunidad de por vida contra la especie en cuestión, pero no contra otros patógenos de leishmaniasis.

Aún no existe una vacuna contra la leishmaniasis.