Cáncer testicular: factores de riesgo, diagnóstico, tratamiento.

Cáncer de hígado: descripción

El cáncer de hígado es una enfermedad tumoral maligna del hígado. Este órgano cumple muchas tareas en el cuerpo:

  • El hígado utiliza los nutrientes absorbidos del intestino. Por ejemplo, almacena el exceso de azúcar (glucosa) en forma de glucógeno. Ciertas vitaminas y hierro también se almacenan en el hígado cuando el cuerpo no los necesita.
  • El órgano participa en el control del metabolismo del azúcar, las proteínas y las grasas.
  • El hígado produce bilis, que es necesaria para la digestión de las grasas en el intestino.
  • Produce los factores para la coagulación de la sangre, así como las sustancias básicas para la formación de hormonas sexuales y las propias grasas del cuerpo.
  • Como órgano central de desintoxicación, el hígado convierte y descompone sustancias nocivas, drogas, alcohol y determinadas sustancias endógenas. Aquí también se produce la degradación de los glóbulos rojos viejos.

Diferentes tipos de tumores hepáticos malignos

Los tumores malignos dentro del hígado pueden tener diferentes orígenes. En consecuencia, se hace una distinción entre tumores hepáticos primarios y secundarios.

Tumores primarios del hígado

Un tumor primario de hígado tiene su origen directamente en el hígado; los médicos lo llaman cáncer de hígado. Dependiendo de qué células se degeneran, se producen diferentes formas de cáncer de hígado. Estos incluyen, entre otros

  • Cáncer de células hepáticas (carcinoma hepatocelular, CHC): en la gran mayoría de los casos, los tumores hepáticos primarios son carcinomas hepatocelulares, es decir, un tumor maligno que surge de células hepáticas degeneradas (hepatocitos).
  • colangiocarcinoma intrahepático (iCC): este tumor primario del hígado se desarrolla a partir de los conductos biliares dentro del órgano y es más común en mujeres que en hombres. Por cierto, el cáncer de vías biliares también puede desarrollarse a partir de conductos biliares fuera del hígado y luego se denomina colangiocarcinoma extrahepático (eCC).

Tumores hepáticos secundarios

Los tumores hepáticos secundarios son metástasis hepáticas, es decir, metástasis (metástasis) de un tumor canceroso en otra parte del cuerpo. Este tumor original (tumor primario) suele localizarse en los pulmones, la mama, el útero, la próstata o el tracto gastrointestinal. Las células cancerosas individuales del tumor primario pueden llegar al hígado a través de la sangre y depositarse allí. En Europa, estas metástasis hepáticas son más comunes que el cáncer de hígado.

¡Solo el cáncer de hígado se analiza a continuación!

Frecuencia del cáncer de hígado.

El cáncer de hígado es relativamente raro en Europa: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 58,079 se diagnosticó la enfermedad a 29,551 hombres y 2020 mujeres. La enfermedad se presenta principalmente a una edad avanzada.

Cáncer de hígado: síntomas

Puede obtener información sobre los síntomas del cáncer de hígado en el artículo Cáncer de hígado: síntomas.

Cáncer de hígado: causas y factores de riesgo.

Las causas exactas del cáncer de hígado aún no se comprenden completamente. Sin embargo, existen numerosos factores de riesgo conocidos que promueven el desarrollo de cáncer de hígado (primario). Existen diferencias entre los distintos tipos de cáncer primario de hígado. Aquí están los más importantes:

Carcinoma hepatocelular – factores de riesgo

Cirrosis hepática

En más del 80 por ciento de los casos, el carcinoma hepatocelular se desarrolla como resultado de un hígado encogido (cirrosis hepática). Las principales causas de la cirrosis hepática y, por tanto, del carcinoma hepatocelular son

  • Inflamación crónica del hígado causada por los virus de la hepatitis C o la hepatitis B.
  • Consumo crónico de alcohol
  • Hígado graso no alcohólico (se desarrolla principalmente como resultado de obesidad severa y/o diabetes mellitus tipo 2)

Una infección crónica por hepatitis B y un hígado graso no alcohólico también pueden conducir directamente –sin la cirrosis hepática como “desvío”– al cáncer de hígado.

Sustancias tóxicas para el hígado (hepatotoxinas)

Varias toxinas también pueden provocar cáncer de hígado, por ejemplo las aflatoxinas. Se trata de toxinas cancerígenas (cancerígenas) muy potentes que son producidas por el hongo del moho (Aspergillus flavus). El hongo coloniza a menudo frutos secos y cereales si crecen en malas condiciones (sequía) y posteriormente se almacenan en condiciones húmedas. El cáncer de hígado causado por toxinas del moho es mucho más común en los países tropicales y subtropicales que en Europa.

Otras hepatotoxinas que pueden promover el carcinoma hepatocelular incluyen el arsénico semimetálico y el gas tóxico cloruro de vinilo (materia prima para el cloruro de polivinilo, PVC).

Enfermedad por almacenamiento de hierro (hemocromatosis)

Colangiocarcinoma intrahepático (CCi): factores de riesgo

El riesgo de cáncer de vías biliares dentro (y fuera) del hígado aumenta principalmente debido a la inflamación crónica de las vías biliares, que puede tener varias causas. Por ejemplo, el cáncer de vías biliares a menudo ocurre en pacientes con colangitis esclerosante primaria (CEP). Se trata de una inflamación crónica del conducto biliar relacionada con el sistema autoinmune.

Otros posibles desencadenantes de la inflamación crónica de las vías biliares y, por tanto, un factor de riesgo de cáncer de vías biliares, son las infecciones crónicas, por ejemplo, por bacterias tifoideas, virus de la hepatitis B o C, VIH o diversos parásitos (como el trematodo hepático chino).

Hemangiosarcoma del hígado – factores de riesgo

Otro factor de riesgo de un tumor canceroso que se origina en los vasos sanguíneos son los esteroides anabólicos, de los que algunos atletas y culturistas abusan para desarrollar músculo.

Cáncer de hígado: exámenes y diagnóstico.

La persona adecuada a quien contactar si sospecha de cáncer de hígado es su médico de cabecera o un especialista en medicina interna y gastroenterología.

Para las personas con ciertos factores de riesgo de cáncer de hígado (como cirrosis hepática, infección crónica por hepatitis B o C), los exámenes regulares pueden ser útiles para la detección temprana del cáncer de hígado.

Historial médico y examen físico.

Para empezar, el médico tomará su historia clínica (anamnesis) en una consulta detallada. Le pedirá que describa sus síntomas en detalle y le preguntará sobre su estado de salud general, su estilo de vida y cualquier enfermedad subyacente. Posibles preguntas a este respecto son, por ejemplo

  • ¿Tiene inflamación crónica del hígado (hepatitis) o cirrosis del hígado?
  • ¿Cuánto alcohol bebes cada día? ¿Hubo momentos en tu vida en los que bebiste más?
  • ¿Tiene usted cambios frecuentes de pareja sexual? (-> Mayor riesgo de hepatitis B y C)

A la entrevista le sigue un examen físico: en el caso de cáncer de hígado, el hígado puede estar tan agrandado que el médico puede palparlo debajo del arco costal derecho. En el caso de la cirrosis hepática, el factor de riesgo más importante para el cáncer de hígado (más precisamente, el cáncer de células hepáticas), la superficie del hígado suele ser irregular y con bultos. Esto también se puede sentir.

Como regla general, el médico también golpea el abdomen con los dedos (percusión). Esto le permite determinar si hay agua en el abdomen (ascitis). Este suele ser el caso de enfermedades hepáticas graves, como el cáncer de hígado.

Basándose en el historial médico y el examen físico, el médico ya puede evaluar de forma aproximada si hay cáncer de hígado. Sin embargo, siempre son necesarios más exámenes para un diagnóstico fiable.

Los análisis de sangre.

El valor de AFP es más importante para controlar el progreso que para diagnosticar el cáncer de hígado.

También se miden en la sangre diversos valores hepáticos como parámetros generales de la función hepática. Estos incluyen enzimas hepáticas (como AST/GOT y ALT/GPT), parámetros de síntesis hepática (factores de coagulación sanguínea dependientes de vitamina K, albúmina, colinesterasa) y valores que normalmente están elevados en el caso de estasis biliar (gamma-GT, AP , bilirrubina).

Procedimientos de imagen

Un examen de ultrasonido (sonografía) proporciona una evaluación inicial del estado del hígado. Puede revelar cambios estructurales en el órgano y posiblemente un tumor. Se pueden obtener imágenes más claras administrando un agente de contraste (ultrasonido con contraste, CEUS).

Además, a menudo se utilizan imágenes por resonancia magnética (MRI) y/o tomografía computarizada (CT). Proporcionan imágenes más detalladas que una ecografía normal, especialmente si al paciente se le administra un agente de contraste durante el examen, como suele ser el caso.

La importancia de los distintos procedimientos de imagen depende de cada caso individual. Por ejemplo, si se sospecha cáncer de células hepáticas (carcinoma hepatocelular) en pacientes con cirrosis hepática, se recomienda una resonancia magnética con medio de contraste como procedimiento de diagnóstico por imágenes.

Si no se puede realizar una resonancia magnética (por ejemplo, en pacientes con marcapasos) o si los resultados no son claros, se utiliza una tomografía computarizada (TC) y/o una ecografía con contraste (CEUS) como procedimiento de diagnóstico alternativo.

Biopsia

A veces, el cáncer de hígado sólo se puede diagnosticar con certeza si se toma una muestra de tejido y se examina microscópicamente en el laboratorio. La muestra de tejido se toma mediante punción: el médico introduce una fina aguja hueca en el hígado a través de la pared abdominal bajo guía ecográfica o tomográfica y extrae tejido de la zona sospechosa. Al paciente se le administra anestesia local durante el procedimiento para que no sienta dolor.

Cáncer de hígado: clasificación según su extensión

Clasificación TNM para el cáncer de hígado:

Tamaño del tumor (T):

  • T1: tumor único (solitario) que aún no ha afectado ningún vaso sanguíneo.
  • T2: Tumor solitario con afectación vascular o varios (múltiples) tumores con un diámetro máximo de cinco centímetros.
  • T3: Tumores múltiples con un diámetro superior a cinco centímetros o tumores que afectan a una rama mayor de la vena porta y la vena hepática.
  • T4: Tumor(es) con invasión de órganos adyacentes o tumor(es) con perforación del peritoneo.

Ganglios linfáticos (N):

  • NX: no se puede evaluar la afectación de los ganglios linfáticos.
  • N0: Los ganglios linfáticos no se ven afectados por las células cancerosas.
  • N1: Los ganglios linfáticos se ven afectados por células cancerosas.

Metástasis a distancia (M):

  • MX: No se pueden evaluar metástasis a distancia.
  • M0: Sin metástasis a distancia.
  • M1: metástasis a distancia presentes (por ejemplo, en los pulmones).

Etapas de la UICC:

Estadio UICC

Clasificación TNM

Etapa I

Hasta T1 N0 M0

Etapa II

Hasta T2 N0 M0

Etapa III

Hasta T4 N0 M0

Estadio IVa

Cualquier T N1 M0

Estadio IVb

Cada T, cada N y desde M1

Cáncer de hígado: tratamiento

Una operación ofrece la posibilidad de curar al paciente con cáncer de hígado extirpando la parte enferma del hígado (resección parcial) o todo el hígado. En este último caso, el paciente recibe un hígado de donante como reemplazo (trasplante de hígado).

Sin embargo, en la mayoría de los casos, el cáncer de hígado ya está demasiado avanzado para la cirugía en el momento del diagnóstico. En lugar de una operación o para acortar el tiempo hasta un trasplante de hígado, se consideran medidas locales para destruir el tumor (terapia ablativa local).

Si el cáncer de hígado no se puede eliminar por completo mediante cirugía o ablación local, los pacientes pueden ser tratados con embolización transarterial (quimio o radio) y/o medicación. A veces también se considera la radioterapia de alta precisión (radioterapia de alta precisión). El objetivo de estos tratamientos es frenar el crecimiento tumoral y prolongar el tiempo de supervivencia de los afectados.

Cirugía/trasplante de hígado

Si el cáncer de hígado se ha diseminado a tantas áreas del órgano que ya no es posible una resección quirúrgica parcial, se puede extirpar todo el órgano y reemplazarlo con un hígado de donante. Sin embargo, un trasplante de hígado de este tipo sólo es una opción para un pequeño número de pacientes, ya que deben cumplirse diversas condiciones. Por ejemplo, el tumor debe estar limitado al hígado y aún no debe haber formado metástasis (metástasis de cáncer de hígado), por ejemplo en los ganglios linfáticos.

Procedimientos ablativos locales

Existen varios procedimientos ablativos locales para el tratamiento del cáncer de hígado. Aquí están los más importantes:

En la ablación por microondas (MWA), el tejido tumoral también se calienta localmente y, por tanto, se destruye. Sin embargo, se utilizan temperaturas aún más altas (hasta 160 grados) que en la ablación por radiofrecuencia (RFA).

Otro método de terapia ablativa local para el cáncer de hígado es la inyección percutánea de etanol o ácido acético (PEI). En este procedimiento, el médico inyecta alcohol (etanol) o ácido acético a través de la pared abdominal hasta el área afectada del hígado. Ambas sustancias provocan la muerte de las células cancerosas. El tejido sano circundante se conserva en gran medida. La inyección percutánea de etanol o ácido acético suele repetirse en varias sesiones con intervalos de varias semanas.

Los expertos recomiendan la ablación por radiofrecuencia o microondas como procedimiento ablativo local para el tratamiento del cáncer de células hepáticas (carcinoma hepatocelular). Las inyecciones percutáneas de etanol o ácido acético han demostrado ser menos efectivas que la ARF, por ejemplo.

(quimio)embolización transarterial (TAE/TACE)

El médico introduce una cánula flexible (catéter) hasta la arteria hepática a través de un acceso en las arterias inguinales bajo control radiológico. Cada tumor hepático recibe oxígeno y nutrientes a través de una o más ramas de esta arteria. En el siguiente paso, el médico inyecta pequeñas partículas de plástico en estos vasos a través del catéter, sellándolos así: las células cancerosas, que ahora están aisladas del suministro de sangre, mueren.

Este procedimiento terapéutico se llama embolización transarterial (TAE). Se puede combinar con quimioterapia local: para ello, el médico también inyecta a través del catéter en las proximidades del tumor una sustancia activa que destruye las células cancerosas (agente quimioterapéutico). Esto se conoce como quimioembolización transarterial (TACE).

Radioembolización transarterial (TARE)

También en este caso se introduce un catéter en la arteria hepática a través de la ingle. Luego, el médico utiliza este catéter para introducir numerosas pequeñas perlas radiactivas en los vasos que irrigan el tumor. Esto tiene dos efectos: en primer lugar, se cierran los vasos, de modo que el tumor queda aislado del suministro de sangre. En segundo lugar, las células cancerosas se exponen a una dosis local elevada de radiación, que las mata.

Radioterapia de alta precisión

En la radioterapia de alta precisión, una alta dosis de radiación se dirige con mucha precisión desde el exterior a una zona del cuerpo definida con precisión: el tumor o la metástasis. El procedimiento también se conoce como radioterapia corporal estereotáctica (SBRT). Se considera cuando otros métodos de terapia local para el tratamiento del cáncer de hígado no son posibles.

Drogas

Drogas dirigidas

Además de sorafenib, ahora se encuentran disponibles otros inhibidores enzimáticos (inhibidores multiquinasa o tirosina quinasa) para el tratamiento del cáncer de hígado, incluidos regorafenib y lenvatinib.

Para ciertos pacientes con cáncer hepatocelular, la terapia combinada con los anticuerpos monoclonales atezolizumab y bevacizumab producidos artificialmente es una opción. Atezolizumab inhibe una proteína producida por las células cancerosas (PD-L1), lo que garantiza que el propio sistema inmunológico del cuerpo no ataque las células tumorales. Al bloquear PD-L1, atezolizumab puede eliminar este "freno" de la defensa inmunitaria, permitiendo al cuerpo tomar medidas más eficaces contra las células malignas.

Bevacizumab inhibe específicamente el factor de crecimiento VEGF. Esto lo producen los tumores para estimular la formación de nuevos vasos sanguíneos, para un mejor suministro al tumor. Por lo tanto, al inhibir el VEGF, bevacizumab puede reducir el suministro y, por tanto, el crecimiento del tumor maligno.

El tratamiento con fármacos dirigidos sólo se considera para grupos de pacientes seleccionados.

Quimioterapia sistémica

Los médicos utilizan la quimioterapia sistémica (= quimioterapia que afecta a todo el cuerpo) para tratar muchos cánceres, es decir, medicamentos que generalmente inhiben el crecimiento de células que se dividen rápidamente (como las células cancerosas).

Sin embargo, esta quimioterapia no se utiliza como estándar en adultos con cáncer de células hepáticas porque generalmente tiene poco efecto en este caso. Sin embargo, en casos individuales, por ejemplo en la fase final del cáncer de hígado, se puede considerar como medida analgésica (paliativa). Aunque no puede detener por completo la progresión del cáncer de hígado, al menos puede ralentizarla.

A diferencia de los adultos, los niños y adolescentes con cáncer hepatocelular responden bien a la quimioterapia sistémica en casi la mitad de los casos. Por eso es el tratamiento estándar para este grupo de pacientes.

Cáncer de hígado: curso de la enfermedad y pronóstico.

Sin embargo, el tumor maligno a menudo sólo se descubre en una etapa avanzada. Las opciones terapéuticas son entonces limitadas. Como ocurre con la mayoría de las enfermedades tumorales, la esperanza de vida y las posibilidades de recuperación son escasas en el caso del cáncer de hígado si se diagnostica tarde. En ese momento, las células cancerosas ya se han diseminado a otros órganos y han formado metástasis (metástasis de cáncer de hígado). En la forma más común de cáncer de hígado, el carcinoma hepatocelular (cáncer de células del hígado), una media del 15 por ciento de los hombres y mujeres afectados siguen vivos cinco años después del diagnóstico (tasa de supervivencia a cinco años).

Cáncer de hígado: prevención

Si desea prevenir el cáncer de hígado, debe evitar en la medida de lo posible los factores de riesgo conocidos (ver arriba):

  • Beba alcohol sólo con moderación o, en caso de enfermedad hepática crónica (cirrosis, hepatitis crónica, etc.), evite el alcohol por completo. Este estimulante puede causar daños masivos al hígado y provocar cirrosis hepática en unos años, un importante factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de hígado.
  • No coma ningún alimento con moho (como cereales, maíz, maní o pistachos). Estos deben desecharse; no basta con eliminar las partes visiblemente afectadas. El moho ya ha formado hilos largos e invisibles que recorren la comida.
  • También es recomendable evitar el tabaco. El consumo de cigarrillos, etc. también se asocia con un mayor riesgo de cáncer de hígado.
  • Las personas con enfermedad hepática crónica deberían beber café porque puede contrarrestar la progresión de la cicatrización (fibrosis) del hígado en estos pacientes y reducir el riesgo de cáncer de hígado (más precisamente: cáncer de células hepáticas). El efecto parece ser más notable con tres o más tazas de café al día.
  • Además, el tratamiento adecuado de las enfermedades hepáticas crónicas (como la cirrosis, la hepatitis B o C) es importante para reducir el riesgo de cáncer de hígado.
  • Actualmente no existe ninguna vacuna para prevenir la hepatitis C. Sin embargo, otras medidas (por ejemplo, no compartir equipos para medicamentos, como jeringas) pueden reducir el riesgo de infección por hepatitis C y, por tanto, de cáncer de hígado.
  • Si es posible, los pacientes con diabetes no dependientes de insulina deben ser tratados con metformina, un fármaco para reducir el azúcar en sangre. Reduce el riesgo de cáncer de hígado (más precisamente: cáncer de células hepáticas) en los afectados.