Parálisis aguda (paresia aguda)

La paresia aguda - coloquialmente llamada parálisis aguda - (ICD-10-GM R29.8: Otros síntomas no especificados que afectan los sistemas nervioso y musculoesquelético) es, en la mayoría de los casos, un síntoma de déficit neurológico debido a isquemia cerebral (reducción sangre caudal: aprox. 80% de los casos) o hemorragia intracraneal (sangrado dentro del cráneo; hemorragia parenquimatosa, subaracnoidea, sub y epidural y supra e infratentorial) / hemorragia intracerebral (ICB; hemorragia cerebral); hemorragia: aproximadamente el 20% de los casos). El diagnóstico suele ser un ataque isquémico transitorio (AIT), es decir, una alteración circulatoria repentina del cerebro dando lugar a alteraciones neurológicas que se resuelven en 24 horas, o una apoplejía (infarto isquémico o infarto hemorrágico) y, por tanto, alteraciones neurológicas persistentes.

Los posibles diagnósticos erróneos son, por tanto, todos los diagnósticos diferenciales para ataque isquémico transitorio y apoplejía (ver allí bajo "Diagnósticos diferenciales").

Pico de frecuencia: el AIT ocurre predominantemente en la vejez (> 60 años). La apoplejía ocurre predominantemente a partir de la mediana edad: después de los 55 años, el riesgo de accidente cerebrovascular se duplica cada 10 años.

Evolución y pronóstico: Una paresia aguda se considera una emergencia y, por lo tanto, requiere una aclaración hospitalaria inmediata en un hospital con un “golpe unit ”(unidad organizativa especial dentro de un hospital para el tratamiento inicial de pacientes con accidente cerebrovascular). El curso y el pronóstico de la paresia aguda dependen de la enfermedad subyacente.