El miedo a cometer errores es uno de los más importantes factores de estrés. Cuando las personas han cometido errores, inicialmente les afecta negativamente. Se vuelven más cautelosos, no se atreven a probar cosas nuevas y se refugian en los rituales, sin ninguna ganancia en conocimiento y perspicacia. Sin errores en la vida, sin embargo, no nos desarrollamos más. Esto se debe a que el descubrimiento de un error crea una sensación de sorpresa, que promueve aprendizaje.
Por lo tanto, cometer errores debe verse como un proceso positivo, para el propio desarrollo y como motivación para buscar y descubrir conexiones. Así que hay muchas cosas que aprender de los errores… ¿por qué entonces tratamos de evitarlos? Por ejemplo, la forma en que se habla de los errores en una organización revela mucho sobre su cultura.
Si una empresa no valora los errores como retroalimentación, se fomenta la evitación de riesgos y los errores ya no se utilizan como una oportunidad para corregir el rumbo. El sistema ya no es capaz de aprendizaje.
La naturaleza abre el camino ...
Sabemos por la biología evolutiva, que se ocupa del surgimiento de cosas orgánicamente "nuevas", que esta cosa nueva, desviada y no probada inicialmente será menos capaz, será un "error". Sin embargo, una combinación diferente de condiciones externas puede permitir que esta novedad sea más "capaz" en el futuro. Esta doble capacidad de los organismos para la propensión al error y la tolerancia al error es facilidad de error: una garantía de supervivencia.
La evolución, la constante adaptación entre sí y el desarrollo posterior común, depende de los errores. Son sistemas que aceptan y fomentan las sorpresas, las desviaciones y la alteridad. Los sistemas que no favorecen los errores están prácticamente muertos.
Siempre que las personas puedan aprender de los errores, es útil fomentar la toma de riesgos. En la línea de "los estúpidos siempre cometen los mismos errores, los inteligentes siempre cometen otros nuevos". Desconocido
