Cannabis (marihuana, hachís)

El cannabis es, con diferencia, la droga ilegal más consumida actualmente en Alemania. En general, es la tercera sustancia psicoactiva más popular después del alcohol y el tabaco.

la planta de cannabis

Existen diferentes tipos de plantas de cáñamo, una de las cuales es el cannabis, cada una con ejemplares masculinos y femeninos (las formas hermafroditas son raras). Sólo las plantas femeninas de Cannabis sativa contienen cantidades suficientes de la principal sustancia psicoactiva, el tetrahidrocannabinol (THC), para producir un efecto embriagador. El THC y otros ingredientes tóxicos (cannabinoides) se encuentran en la resina de los pelos glandulares.

Hay tres productos de cannabis diferentes:

  • Marihuana (hierba, marihuana): las flores femeninas de la planta finamente picadas y secas.
  • Hachís (mierda, droga): la resina prensada, a menudo estirada.
  • Aceite de hachís (aceite de la resina) o aceite de cáñamo (aceite de las semillas)

El contenido medio de THC es del 6.8 por ciento en el caso del hachís y del 2 por ciento en el de la marihuana. El contenido de THC en el aceite de hachís puede alcanzar hasta el 30 por ciento. Sin embargo, en general, el contenido de THC puede variar mucho dependiendo de la variedad de planta, la zona y el método de cultivo, así como del procesamiento de las plantas. Por ejemplo, los cultivares de marihuana de invernadero pueden contener hasta un 20 por ciento de THC.

Además del cannabis utilizado como droga ilegal, también existen variedades de cáñamo que se cultivan legalmente para la producción de fibra. Sin embargo, para este fin sólo se pueden utilizar variedades con un contenido máximo de THC del 0.2 por ciento.

El subidón del cannabis

Mecanismo de acción

El cannabis sativa contiene más de 60 cannabinoides diferentes. Se dice que el llamado delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) tiene el mayor efecto psicoactivo.

Aún no se comprende del todo el mecanismo de acción exacto del cannabis. Sin embargo, los investigadores han encontrado receptores cannabinoides especiales en el cerebro y otras partes del cuerpo. El THC y otros ingredientes intoxicantes del cannabis se unen a estos receptores y desarrollan así su efecto relajante y estimulante del estado de ánimo. Otros efectos son

  • percepción aumentada (oír, ver)
  • una mayor necesidad de comunicarse
  • Pensamiento más asociativo e imaginativo.

El cannabis también puede provocar efectos desagradables:

  • estado de ánimo deprimido
  • inquietud
  • agitación
  • Reacciones de miedo y pánico.
  • Confusión con delirios de persecución hasta delirios paranoicos

Los expertos sospechan que las psicosis, la depresión y los trastornos de ansiedad de algunos consumidores de cannabis se deben a una predisposición subyacente, es decir, una susceptibilidad genética a los trastornos mentales.

Inicio del efecto

Cualquiera que fume cannabis nota el efecto embriagador casi de inmediato. Alcanza su punto máximo después de aproximadamente un cuarto de hora. Después de 30 a 60 minutos, su efecto desaparece lentamente; después de dos a cuatro horas, ha desaparecido por completo.

El efecto de la droga se desarrolla mucho más lentamente cuando alguien come o bebe cannabis. Esto se debe a que si el cuerpo absorbe el THC a través del estómago, tarda más que si ingresa al torrente sanguíneo directamente a través de los pulmones. El efecto aparece entre 30 minutos y dos horas después del consumo y puede durar hasta doce horas o (raramente) incluso más. No es posible predecir el inicio exacto del efecto. Depende, por ejemplo, de qué y cuánto haya comido antes.

Las consecuencias

Los riesgos agudos del consumo de cannabis afectan principalmente a la psique: pueden producirse paranoia, alucinaciones, “viajes de terror”, lapsos de memoria y otras sensaciones negativas. También son posibles palpitaciones del corazón, náuseas e incluso colapso circulatorio. El cannabis plantea un riesgo para la salud a corto plazo debido a su efecto de aumento del ritmo cardíaco. Por tanto, el fármaco es peligroso para los pacientes cardíacos.

En general, los efectos, a veces muy impredecibles, son problemáticos. Especialmente aquellos que consumen cannabis por primera vez no saben cómo reaccionará su cuerpo y su mente.

El cáñamo puede afectar el desarrollo durante la pubertad. Las consecuencias durante el embarazo y en el recién nacido no están claras. Existe evidencia de que el consumo de cannabis perjudica el rendimiento mental (atención, concentración, capacidad de aprendizaje) a largo plazo. Sin embargo, según los conocimientos actuales, no se produce daño cerebral permanente.

Hasta el momento no existe evidencia científica del frecuentemente descrito “síndrome desmotivacional”, que se dice que ocurre con el consumo intenso y prolongado de cannabis. Se entiende como un estado permanente de desgana, indiferencia y desinterés generalizado, que se refleja también en un descuido de la apariencia exterior.

En comparación con otras drogas, el cannabis tiene un bajo potencial de dependencia física y mental. Por lo tanto, en una escala correspondiente, el cannabis es aproximadamente comparable al alcohol y la nicotina.

Sin embargo, a largo plazo, el cannabis puede provocar una dependencia física leve y mental.

Proponentes y opositores

El consumo de cannabis es uno de los temas más controvertidos de nuestro tiempo. La lucha por la legalización de la droga divide al público. Mientras que sus defensores ven el cannabis como un relajante bastante suave, sus oponentes mantienen su opinión de que el cannabis es la “droga de entrada” número uno.

Cannabis como medicina

Desde marzo de 2017, los médicos pueden prescribir legalmente flores y extractos de cannabis con receta médica. Esto está permitido para pacientes con enfermedades graves, siempre que el médico considere adecuados los preparados de cannabis:

  • aliviar significativamente los síntomas
  • tener un efecto positivo en el curso de la enfermedad

Este puede ser el caso, por ejemplo, del tratamiento del dolor y la espasticidad, de una pérdida grave de apetito y de náuseas, por ejemplo en el caso de una terapia contra el cáncer o de enfermedades crónicas como, por ejemplo, la esclerosis múltiple.