Síndrome de enclaustramiento

Introducción

El término síndrome de enclaustramiento proviene de la palabra inglesa “encerrado” y significa incluir o bloquear. El significado del término depende de la situación en la que se encuentre el paciente. Está despierto, puede entender y seguir conversaciones, pero no puede moverse ni hablar.

A menudo, solo es posible el movimiento vertical de los ojos y el cierre de los párpados: el paciente está prácticamente encerrado en su propio cuerpo sin poder moverse. El síndrome de enclaustramiento es causado por un cerebro daño. El cuadro clínico se acompaña de una parálisis severa, que puede afectar a todos los músculos del cuerpo arbitrariamente controlables.

La sensación del tacto puede permanecer completamente intacta. El Síndrome de Encerramiento significa un enorme sufrimiento para el paciente y también para sus familiares. Contrasta con el síndrome apálico, el llamado síndrome de vigilia. coma. Este es otro severo cerebro lesión, pero no se esperan reacciones del paciente a diversos estímulos. El paciente no es consciente de su entorno.

Causas

El síndrome de enclaustramiento es causado por daño a la cerebro tallo, más precisamente por un defecto en la protuberancia frontal ("puente"). Casi todos los tractos nerviosos responsables de controlar el movimiento voluntario pasan por esta área. Una excepción es el tracto nervioso que coordina los movimientos verticales de los ojos, por lo que suelen ser el único medio de comunicación.

En la mayoría de los casos, la causa del daño cerebral es la oclusión de un suministro principal la arteria del cerebro (arteria basilaris), por ejemplo durante trombosis. La región ya no recibe oxígeno del oclusión, que en el caso de las células nerviosas conduce muy rápidamente a la muerte celular. Otra posibilidad es la denominada mielinólisis pontina central.

Esto implica la muerte de las partes centrales de la protuberancia, que puede desencadenarse por una falta grave de sodio, por ejemplo. Sin embargo, la situación de deficiencia en sí no es lo peligroso aquí, sino la terapia. Si la deficiencia se compensa con demasiada rapidez, se produce la reacción correspondiente. Otras causas son el daño extenso de la protuberancia a través de cambios relacionados con accidentes (traumáticos) o enfermedades inflamatorias locales.