Ateroma: descripción
Los médicos se refieren al ateroma como un "bulto" rodeado por una capa de piel, que está llena principalmente de células cutáneas y grasa. Estas cavidades llenas en el tejido celular subcutáneo, que se desarrollan debido a una glándula bloqueada, también se denominan quistes de retención; en este caso se trata de un quiste triquilemmal (“quiste de la vaina de la raíz del cabello”). Coloquialmente, al ateroma también se le llama bolsa de atole.
Diferenciación del quiste epidermoide.
En ocasiones, el llamado quiste epidermoide también se denomina ateroma. Estos nódulos del tamaño de un guisante o una ciruela también se desarrollan a partir de las raíces del cabello, pero desde su parte superior (infundíbulo). Contienen principalmente material córneo exfoliado que se superpone. El ateroma “real”, por el contrario, está relleno principalmente de una sustancia muy grasosa.
Ateroma: síntomas
Los ateromas suelen tener entre uno y dos centímetros de diámetro. Sin embargo, pueden hincharse hasta el tamaño de un huevo de gallina y, en casos raros, incluso hasta el tamaño de una pelota de tenis. En los quistes más grandes, la piel que los recubre se estira considerablemente. Esto hace que los pelos que crecen aquí estén más separados o desaparezcan por completo. En algunos casos, se puede ver un punto gris o negro en la superficie del ateroma.
En caso de inflamación, la piel de la zona del ateroma se enrojece, se hincha y el tacto o una ligera presión provocan dolor. Si también se acumula pus dentro de la cápsula de ateroma, se trata de un absceso.
Ateroma: causas y factores de riesgo.
El conducto excretor de la glándula sebácea puede estar bloqueado en una zona determinada, el llamado istmo, por ejemplo mediante pequeños cristales de grasa o células de la piel. El sebo ya no puede salir libremente, pero la glándula sigue produciéndolo. Poco a poco, el sebo se acumula y la raíz del cabello se bombea hasta formar una “burbuja” redonda: se desarrolla un ateroma.
Ateroma: exámenes y diagnóstico.
El ateroma suele ser diagnosticado por un médico de cabecera o un dermatólogo. Durante la consulta inicial para obtener la historia clínica del paciente (anamnesis), se pregunta al afectado, por ejemplo, cuánto tiempo hace que existe el quiste, si le causa dolor y si hay o hubo otros “bultos”.
A veces, la presencia de un ateroma "real" (quiste triquilemal) o de un quiste epidermoide sólo se puede determinar con certeza después de que el "bulto" haya sido extirpado quirúrgicamente y examinado en el laboratorio en busca de tejido fino (histológico). También es importante un examen histológico para aclarar si tal vez no se trata de un crecimiento maligno.
Ateroma: tratamiento
Eliminar el ateroma
El dermatólogo suele extirpar un ateroma de forma ambulatoria y con anestesia local. Durante el procedimiento, el médico se encarga de extirpar el ateroma junto con su cápsula y el conducto excretor asociado. Si partes del mismo permanecen en la piel, existe un alto riesgo de que el ateroma reaparezca.
Cuando el ateroma se inflama.
En el caso de una infección bacteriana, el ateroma se hincha, enrojece, se siente caliente y duele al tacto. Si el pus se acumula cada vez más dentro del quiste y no puede drenar, se desarrolla un absceso. Esto requiere tratamiento médico en cualquier caso. A menudo, el médico también utilizará un antibiótico como tratamiento.
Ateroma: curso de la enfermedad y pronóstico.
En principio, después de la extirpación quirúrgica de un ateroma, puede desarrollarse otro ateroma en el mismo lugar. Sin embargo, si el procedimiento se realizó de forma profesional, el riesgo de que esto ocurra es bajo.